A principios del 2020, la pandemia del COVID19 nos sorprendió con un confinamiento de varios meses. En casa lo vivimos como un periodo de calma solo en apariencia, lleno de una tensión contenida, como una pausa entre turbulencias. Sin poder salir de casa, genero pequeños testigos domésticos y cotidianos del paso del tiempo. Se abre un silencio redondo y pequeño, lleno de momentos y objetos mediúmnicos, espacios rituales para criar como cuestión de resistencia.











